Llamaron a la puerta antes de que el despertador sonara. Daiana se encontraba levantada y fue a atender, miro por la mirilla de la puerta y observo a un hombre algo mayor, un poco mas alto que ella, bien vestido y con unos anteojos de sol, no lo conocía pero creía haberlo visto antes.
— ¿Quien es?
— David, el padre de Sebastián.
Daiana se apresuro a abrir la puerta.
— Pase.
— Gracias.
— ¿Qué lo trae por acá?
— Tenia el día libre y quería estar un tiempo con mi hijo, hace mucho que no hablamos.
— Esta durmiendo, los domingos el siempre se levanta tarde, es su único día para dormir. Siéntese que ya lo voy a llamar.
Daiana no quería admitirlo pero la presencia de David le daba un poco de nervios. Golpeo suavemente la puerta del cuarto de Sebastián.