A pesar de no tener que preparar el desayuno se levantó temprano, salió a la cocina y la encontró preparando el café.
— Te estaba por ir a despertar.
La miró con cara de sueño y pasó al baño sin responderle. Salió después de unos minutos y con la cara más despierta.
— No me siento con ganas de estar en esa cama por mucho tiempo.
Tomó asiento en la mesa de la cocina y Daiana trajo una bandeja con los dos café y unas tostadas. Ella desayunó un poco apurada, como era su costumbre, mientras que él se tomaba todo el tiempo del mundo para hacerlo.
— Espero que hoy vayas a la facultad.
— Anoche te dije que sí.
La miró por curiosidad, sólo para encontrar a sus ojos huirles a los suyos, otra vez tenía esa extraña expresión en el rostro, igual que el día anterior.
— Andá a trabajar, yo limpio todo.
— Está bien.
Se cargó la mochila al hombro y salió al trabajo. Cuando llegó a la puerta, Sebastián la llamó.