El primer palazo fue el mas duro, clavo la pala en la tierra y dudo en hacerlo, pero con lagrimas brotándole de los ojos igual lo hizo. Otro palazo, esta vez mas fácil que el anterior. Con cada palazo las lagrimas fueron desapareciendo y cada vez fue mas fácil terminar de rellenar el pozo.
A pesar de ser un cajón fúnebre, ofrecía un cómodo lugar para dormir, ahora comprendía por qué le gustaba esa cama a los vampiros. Escucho caer el primer montón de tierra, mucho mas tarde vino otro y el siguiente con menos retraso hasta que tomaron un ritmo constante, parecía una monótona pero hermosa melodía. Los estampidos fueron cada vez menores, como si le bajaran el volumen para obligarlo a dormirse. Cuando los ruidos cesaron supo que no había marcha atrás, solo restaba esperar un par de horas. Esperar.